miércoles, 29 de diciembre de 2010

El insomio de una noche más.

Otra vez, ese pálpito innecesario dentro de mis víceras, otra vez la sensación de derrumbe psicológico, otra vez una historia que se repite y duele.. duele verte con los ojitos llenos de lágrimas, con esa bronca impotente, con esa tristesa sigilosa.. duele escucharte y entenderte, y saber qe estás tan grande y qe a la vez sos tan peqeño para recibir tales descargas al alma, como si fueran las de una picana.. Duele saber qe sentis eso mismo qe yo sentí, y aun no puedo decirlo.. esas ganas de no saber qé hacer, ese insomio por horas, ese qerer saber..

Somos tan iguales vos y yo, qe hasta el destino siempre se las ingenia para repetir las historias.

Misma edad, mismas ideas, mismas características honestas.. y esa sensación de vacío, y esa cobardía involuntaria, pero qe es siempre, quizás la más elegida.

Duele sentir tu cuerpo temblar silenciosamente al abrazarte, como una pobre hoja al viento en pleno otoño.. momento en qe caen de sus árboles y ya nadie, ni nada las devuelve a su ciclo vital.

Hoy somos como esas hojas qe cayeron de lo alto, qe más bien las arrancó la curiosidad de un niño, qe jugaba a sonreir con ellas creyendo en la inmensidad del mundo.. hoy ya sin vida para siempre, no sé si algún día se sentirá culpable de haberles quitado la vida.. pero ya sabemos, nada volverá a ser igual.

Hoy te miro y esos ojos ya no son los mismos, qe con una eterna inocencia antes jugaban a ser fieles a esos otros ojos.. hoy te escucho, te siento y te palpito tan igual, tan igual a esa niña qe recién comenzaba a vivir.. su eterno silencio por cierto, hasta un determinado tiempo, pero qe aun sigue en sigilo.

Ver mi misma sangre qemarse por descepciones, hoy me hace tomar consciencia de las injusticias y enseñanzas de esta vida, hoy más qe nunca vuelvo a sentirme culpable hasta de mis propios actos incoherentes y destructivos, recordandome de qe aunqe siempre nos estamos equivocando, podemos aprender a no volver a caer.

Y hoy, qe otra vez te recuerdo, y comienzo a necesitar de tus abrazos, lamento haber sido tan idiota, tan portadora de ese gen maldito de la hipocresía.

Ahora yo tampoco puedo dormirme, y recuerdo, y lamento y extraño y necesito.

Por suerte te tengo conmigo hermano y prometo cuidarte siempre, ayudarte a crecer, y a vivir.

No hay comentarios.: